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Editorial

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INT. DEPARTAMENTO/MESA DE COMEDOR – DIA

La luz tenue del atardecer ilumina el mantel oscuro del comedor. Cuatro sillas, un florero con conchitas de mar, un servilletero y la computadora sobre la mesa.

Así comienza esta aventura de incierto destino. 

A lo largo de mi vida he añorado diversas ocupaciones, desde la primicia infantil de ser bombero, hasta la ambiciosa y osada fantasía de ser un escritor de historias trascendentales al pensamiento humano. Pero hay quienes dicen que no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió, y quizás tienen razón. Por lo que haciendo un breve repaso por las ocupaciones realizadas hasta hoy, ninguna de las añoradas ha sucedido aún. Y tengo la ligera esperanza Arreoleana de que al final, los cauces encuentran su delta, después de varios oficios, me aferro a la idea de dedicar este espacio a lo que realmente me ha gustado toda mi vida.

Como cualquier padre, quiere el futuro más ilustre para su cría, de la misma manera iniciamos este espacio, con las miras lejanas y la resortera estirada hasta que casi reviente.

Quien diría que después de participar en varios proyectos independientes como reportero, fotógrafo, locutor, editor de audio, entrevistador, editorialista, columnista; hoy pueda tener, gracias a la libertad y la tecnología, un espacio en el que pueda plasmar todo lo aprendido, lo abstraído de maestros impresionantes y contundentes, de guías pacientes que en este espacio encontrarán ese empujón y su apreciada enseñanza.

El nombre hace referencia a un mueble que siempre envidié de un primo, allá en mi niñez. Abandonado y seductor, amaderado y con múltiples cajones. Un escritorio como cualquiera, su espacio para la lectura, escritura, dibujo y ahora quizás para el ordenador, pero tenía un elemento que lo hacía diferente, que le daba el nombre de Secreter; eso lo supe hasta hace poco; una portezuela plegable, que cubría y lograba que el mueble guardara papeles y todo lo que en su interior podía contener.

Este espacio pretende ser un tablero en el que, dentro de cada cajón el lector, escucha o espectador, logre sacar un trozo de información que a través del procesamiento mental, signifique una experiencia transformadora y presumible. Ambicioso objetivo. Como siempre lo fue para mí, ese mueble abandonado que en su interior contenía la tarea de mañana y que había significado tortura, redimía finalmente con un aprendizaje guardado para cuando se volviera a abrir e irradiara con su interior, todo alrededor.

Bienvenido, abre los cajones, escribe en él, léelo, míralo, escúchalo. Habrá referencias, fotografías, música, cine, reseñas, recomendaciones, editoriales, columnas, harta catarsis, y siente que a través de él, hay un equipo que transpira deseos comunicativos de trascendencia y paz emocional.

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