La bírula

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Cada vez que veo a un adulto en una bicicleta recupero la esperanza por el futuro de la raza humana.

H. G. Wells

En tiempos de contingencia sanitaria, las expectativas económicas te pueden llevar a tomar decisiones drásticas para la supervivencia. Muchas de ellas podrían resultar precipitadas, sin embargo, la historia juzgará con los resultados, la efectividad de cada una de ellas. Debido a que mi situación laboral tenía una nueva realidad, opté por vender mi vehículo motorizado después de 7 años de contar con sus amables servicios. Mi trabajo lo realizaba desde casa y las salidas se limitarían a obtener comestibles. La mejor decisión de este año: comprar una bicicleta.

Y es que, inmediatamente noté en mi ánimo una mejora. Desde programar el viaje, ya estoy disfrutando de las calles que recorreré montado en mi “baika”, el aire fresco que respiraré y el contacto con el ambiente que una cabina te impide. Además, los beneficios físicos, biológicos y de apariencia que la “bici” me ha proporcionado, ya que el ejercicio se vuelve una deliciosa rutina. 

Coincidió que la política pública tuvo una visión poderosa, construir ciclovías como respuesta a la problemática vial y congestionamiento de personas y vehículos en la vía pública. Ya desde hace algunos años se había promovido el uso de la “bicla” con programas gubernamentales y privados que impulsaban la renta para ciudadanos.

Obviamente no fuí el único que optó por esta respuesta, basta con mirar las ciclovías de la ciudad y observaremos que cada día se unen más a la encomienda. Es lindo ver familias enteras andando en “bírula”, niños, trabajadores, señoras y señoritas. En fin, que es saludable, relajante y autosustentable, además de la mejora en la atmósfera, que aunque pudiera representar un porcentaje despreciable, no olvidemos que cada bicicleta implica menos contaminantes desde la producción de un vehículo hasta su funcionamiento y contaminación al medio ambiente.

Con todo este antecedente, y aterrizando el texto al espacio musical que la sección Sinfonola nos ofrece, hay una canción que me representa en esta migración analógica vial. Se trata de un artista mexicano de cuyo crecimiento he sido fiel testigo a la distancia. Allá por el año 2000, usted lector no está para saberlo, pero este que escribe estas humildes letras, fue en otrora, locutor de radio. El programa, al que también tenía la fortuna de producir, se llamaba El Giraluna Magazine. Además de ser un intento de agenda cultural, su espíritu siempre fue la música cantautoral alternativa. En aquellos años escuché por primera vez a un genio loco que volaba mi cabeza con sus propuestas como salidas de un manicomio pensante y pululante. Mauricio Díaz apodado “El Hueso” me fue llevando a encontrar otros de su calaña. Entre ellos un joven discípulo de aquella orden, que ya comenzaba a llamar mi atención. David Aguilar, ahora con su nombre artístico muy atinado, porque así le decíamos todos en aquella época “El David Aguilar”.

Su disco de banda, sí… banda, sinaloense, mezclaba aquellos ritmos regionales, tuba, metales y cadencia, con letras que no hablaban de narcotráfico ni de amores de alcohol. Cierta poesía acompañada de los vientos que en ese entonces ubicaba por la Banda El Recodo. Si tienes curiosidad escucha el disco Ventarrón.

Pues así fue como di con él, y desde la primera vez que pedalee en mi hermosa “rila”, me identifiqué con Cumbia De La Bici y sonreí cuidándome de los autos y respirando el aire “no tan puro” de esta ciudad, con la esperanza de que algún día, seremos capaces de respetar los pasos de los que no conducen más que sus pies.

3 thoughts on “La bírula

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